miércoles, 16 de septiembre de 2009

La Goleta Ancud, Chile


El 22 de mayo de 1843 zarpó del Puerto de Ancud, en la Isla de Chiloé una goleta con la misión de tomar posesión del Estrecho de Magallanes en nombre de Chile.  La Goleta Ancud llevaba  22 tripulantes, entre ellos, dos mujeres y un naturalista prusiano de nombre Bernardo Philippi. Al mando iba el capitán Juan Williams. Llevaban víveres para siete meses y como único instrumento de navegación una brújula. El casco de la Goleta Ancud era de madera, tenía dos mástiles y desplazaba 27 toneladas,  tenía  15,84 mts. de eslora y 3,80 mts. de manga: Había sido construída por manos chilotas, chilotes la tripularon y fueron ellos los primeros chilenos en poblar las desoladas orillas del Estrecho de Magallanes.  
Surcaron estos mares en pleno invierno, no hubo sol como el que alumbra estas fotografías que los entibiara. En Curaco de Vélez, se les unió un cazador de chungungos (nutrias), Carlos Miller, quien oficiaría de práctico de canales.  La Goleta llevaba dos chalupas, una de las cuales se perdió cerca del Archipiélago de las Guaitecas. Recalaron entonces en un lugar llamado Puerto Americano, donde encontraron dos naves estadounidenses dedicadas a la caza de lobos marinos.  El comandante de una de las naves les permitió copiar las cartas naúticas levantadas por  el Capitán Robert  Fitz Roy en las dos expediciones hidrográficas  realizadas en el H.M.S. Beagle (la primera fue de 1826 a 1830 y la segunda -en la que se embarcara Charles Darwin- fue de 1831 a 1836). Aquí se les unió un lobero de nombre Juan Yate, quien los guiaría en el cruce del Canal Moraleda.  
Una avería en el timón y una grieta a estribor fueron parte de los problemas que tuvieron que enfrentar. Un grupo volvió a Ancud para reparar el timón y buscar más víveres. Finalmente levaron anclas el 2 de agosto para llegar al Estrecho de Magallanes el día 21 de Septiembre, cuando comienza la primavera en el hemisferio Sur, sin embargo a 51 grados de Latitud Sur, la primavera significa nieve en abundancia, vientos huracanados y mucho frío.
Me ha costado mucho escribir esta nota: se sabe que los Teros no tenemos fronteras que nos limiten o nos separen de nadie, no nos gusta que los mares ríos y montañas tengan dueños o banderas por las que mueran seres humanos, pero queríamos consignar aquí esta increíble hazaña de esa maravillosa gente de mar que son los chilotes, la Patagonia sabe de sus luchas, de sus pesares y su tezón. Los encontrarán en Comodoro Rivadavia, en Neuquén, en Río Gallegos, en San Sebastián, en Puerto Natales, en Caleta Tortel, en Calafate o en Río Turbio: la Patagonia entera los conoce, ellos han hecho de ella su gran hogar, buscando lo que su Isla no ha podido darles.

lunes, 31 de agosto de 2009

Tierra del Fuego, Argentina, Chile

Allí estaba cada mañana como una gran ballena inerte detrás de las nubes la Isla de Tierra del Fuego. Tal como la vieron Hernando de Magallanes y sus hombres y luego tantos otros navegantes, piratas, guerreros y balleneros.

Finalmente cruzamos en "la barcaza" a conocerla.  Aún en pleno verano el viento que corre de Océano a Océano hiela la piel y los huesos.  Con mucha suerte el mar estará calmo,  nada es predecible en el terreno de la meteorología  patagónica.

Hace quinientos años recorrían la Isla sus primeros habitantes, los Selk'nam y los Haush.  Es probable que aquellos hombres hayan encendido grandes fogatas que se vieran a la distancia, las que dieron lugar al nombre con que Magallanes bautizara la enorme Isla.

Sin embargo hasta el día de hoy si uno se desplaza por la Isla de noche verá a lo lejos el refulgir conmovedor de gigantescas fogatas producto de la quema de gas natural.



jueves, 27 de agosto de 2009

PATAGONIA EN EL CORAZÓN


De todas las descripciones de Patagonia rescato la palabra SOLEDAD.   Nada se parece a la SOLEDAD que allí habita.  Deténgase usted a escuchar el silencio de un hombre patagónico y entenderá de lo que estoy hablando.  No pierda el tiempo en cafés cosmopolitas en medio de ciudades recién construídas, busque entre las caras curtidas las voces del pasado y escuche. Escuche el viento, escuche los recuerdos y quizás entenderá a dónde ha llegado. 

Cuando se haya hartado de frío y de lejanía podrá volver a su lugar de origen con el corazón diferente, sabrá que se puede vivir de otra manera, que allá muy lejos, hay un mundo que esconde historias jamás contadas, pero que si usted puso atención las habrá entendido perfectamente.

Allí viví mi infancia y crecí: a orillas de un Estrecho de Magallanes  lleno de misterios.  La ciudad de Punta Arenas y el Estrecho habían perdido importancia con la construcción del Canal de Panamá.  Luego me fui muy lejos, pero siempre esa tierra iba conmigo, ahora quiero rescatar esos momentos que quedaron escritos en mi corazón, son mucho más que recuerdos y no quiero que se pierdan.